por Alberto J. Muniagurria y Eduardo Baravalle

El examen de la piel se efectúa a través de la inspección y la palpación. La piel es estudiada en forma integral o junto con el examen sistemático de cada región del cuerpo. Para examinarla es necesario desnudar al paciente en un ambiente de temperatura adecuada, sobre todo cuando se trate de niños o ancianos, en quienes las temperaturas extremas producen molestias; la luz debe ser apropiada, y en ocasiones es necesario usar una lupa. La luz que se requiere para el examen de la piel es la luz fluorescente, debido a que es difusa y brillante.

En la piel se describirán el color, la temperatura, la humedad, la textura o turgencia, la movilidad y el espesor.

El color de la piel presenta gran variabilidad entre los individuos normales. Estas variaciones están relacionadas con la cantidad de hemoglobina oxigenada y con el flujo de la circulación, que darán la tonalidad rosada; con la cantidad de pigmento melánico, que da la tonalidad marrón; y con el color habitual del colágeno y de las fibras elásticas, que da la tonalidad amarillenta.

La edad produce variaciones en la coloración de la piel. El niño presenta una piel fina, bien vascularizada, que permite observar con facilidad cambios de vasoconstricción y vasodilatación. En las primeras veinticuatro horas de vida el recién nacido presenta un color eritema toso que se compara con el color de la langosta hervida. Los cambios vasomotores en los niños pequeños, producidos por la temperatura, generan un moteado que se conoce como piel marmórea. En el recién nacido se describe un fenómeno interesante, donde un hemicuerpo es rojo y el otro pálido, y cuya causa es desconocida. Es habitual hallar una ictericia fisiológica en los primeros días de vida.

La raza y la nacionalidad influyen significativamente en la coloración de la piel; es habitual que los nórdicos sean blancos, los africanos negros y los orientales amarillentos. Asimismo, es importante considerar el grado de exposición solar y la actividad laboral del sujeto para evaluar la coloración normal de la piel.

La temperatura, en condiciones normales, debe ser igual en toda la piel. Puede verse aumentada luego del ejercicio, debido al mayor aporte circulatorio.

La humedad depende de la actividad de las glándulas sudoríparas; las glándulas sebáceas le dan la lubricación normal. La ansiedad frente al examen médico puede provocar un aumento de la sudoración.

La edad influye en su textura y turgencia. En el niño pequeño, para evaluar su hidratación y la cantidad de tejido subcutáneo, el observador debe tomar la piel entre el dedo índice y el pulgar. De esta manera se evalúa su consistencia. La movilidad y el espesor varían de acuerdo con la región examinada, el estado de hidratación, la cantidad de tejido celular subcutáneo y con la edad. En el anciano, la piel se vuelve más pálida por la pérdida de fibras elásticas, pierde turgencia y se torna fría y brillante.

Pelo o cabello. El examen del pelo se realiza por la inspección y la palpación. Debe ser descrito en cuanto a su longitud, color, brillo, localización, textura, fragilidad y la facilidad con que puede ser arrancado. Su distribución varía de acuerdo con la edad, el sexo, los hábitos y la raza. En un examen físico se debe observar el cuero cabelludo, las axilas, el pubis y los miembros, sin dejar de examinar las cejas y las pestañas, los bigotes y la barba.