La relación de ayuda en medicina se configura según estilos diversos según dos elementos principales: la disposición del médico y el uso del poder del mismo.

Según la disposición del médico (ayudante), la relación de ayuda puede ser centrada en el problema clínico o centrada en la persona del paciente (ayudado). En el primer caso, el ayudante se identifica sobre todo con el problema o la situación presentada por el sujeto, sin tener en cuenta los aspectos subjetivos con los que el problema es vivido por éste. Por ejemplo, si el ayudado comunica un problema moral que le angustia, el ayudante se centra en éste, dejando de lado las resonancias emotivas que tal problema puede suscitar en la persona ayudada.

En el segundo caso, el ayudado presta atención sobre todo a la persona, al modo cómo ésta vive el problema, toma en consideración al individuo en su totalidad (sentimientos, valores...), convencido de que el otro tiene necesidad ante todo de sentirse comprendido, tranquilizado, acogido totalmente. Se trata, pues, de un estilo rico de comprensión empática. Los dos estilos descritos representan los dos extremos de un continuo.

Según el uso que el ayudante haga del poder, la relación de ayuda puede ser directiva o facilitadora. En el primer caso, el ayudante ejerce, ante todo, un poder que está fuera de la persona ayudada: por ejemplo, la propia competencia, el propio rol... Haciendo así, éste tiende a ayudar a la persona llevándola hacia una determinada dirección, induciéndola a pensar, sentir o actuar según un esquema determinado, con escasa confianza en la validez operativa de la capacidad de autodirección, de la que toda persona está dotada. En este tipo de relación de ayuda, el ayudante recurre a un conjunto de comportamientos y técnicas que van en la línea de la persuasión, de la propuesta de soluciones inmediatas, de juicios moralizantes, reprimendas, manipulación, chantaje, culpabilización, referencia al propio rol o competencia.

En el segundo caso, el ayudante recurre principalmente al poder, a la autoridad, a los recursos presentes en la persona ayudada, y su intervención está orientada a ayudar al interlocutor a tomar conciencia y a utilizarlos creativamente. El que adopta este estilo tiende a hacer propuestas, dar sugerencias e informar, proponer alternativas... La escucha activa y la comprensión asumen una gran importancia, y el consejero se esfuerza en ponerlas en práctica mediante técnicas apropiadas, como la reformulación, la autorevelación, etc., para canalizar mejor la comprensión del estado en que se encuentra el interlocutor y para animarlo.

Cuando las actitudes directiva y facilitadora se combinan con las centradas en la persona y en el problema se obtienen ulteriores estilos de relación de ayuda en medicina, como se observa en la siguiente figura:

complementario

Estilo autoritario ("Manager"): Se da cuando el ayudante se centra en el problema del ayudado y quiere ayudarle a resolverlo de manera directiva. Centrándose más en los propios recursos que en los del interlocutor, tiende a establecer con él una relación de dominio - sumisión. La persona ayudada es considerada como un simple ejecutor de un proyecto que posee bien claro el agente de salud.

Un ejemplo puede ayudar a ilustrar mejor esta modalidad de relación de ayuda. Una joven se dirige a un profesional de la ayuda cuyo estilo es autoritario y le dice: "Me parece que la vida no tiene ningún sentido. No sé para qué seguir viviendo día tras día". He aquí algunas de las respuestas que podría recibir de este tipo de ayudante: "Tú escúchame a mí. Tómate una semana de descanso; haz algún ejercicio de relajación; da un poco más de tiempo al ocio..."; o bien "Ya te había dicho yo que si no hubieras cambiado tu estilo de vida, habías llegado inevitablemente a este punto" ; o también : "El problema del sentido de la vida no se resuelve mediante lamentaciones inútiles : hay que reaccionar, así es que...".

Estilo democrático - cooperativo: También el que usa este estilo, se centra en el problema del interlocutor. La actitud que adopta, sin embargo, es facilitadora, es decir, tiende a implicar a la persona encontrada en la solución del problema. En lugar de imponerla, el consejero propone las soluciones, ayudando al interlocutor a encontrar alternativas válidas y animándose a usar los propios recursos para alcanzar este fin. En el ejemplo citado más arriba, el agente podrá responder: "Ante el problema que estás viviendo, son diversas las soluciones que se presentan; tú encuentras una. Sería oportuno mirar a ver si es la única. ¿Qué te parece?", o bien: "Tú pregunta es difícil, o no me siento capaz de responderla. Me gustaría, no obstante, trabajar contigo para profundizar este tema de manera que tú puedas encontrar la mejor solución para ti".

Estilo paternalista: En este tercer estilo, el ayudante se centra en la persona del interlocutor, es decir, tiene en cuenta el "cómo vive" él su problema. Su modo de intervenir es directivo y esto se expresa de diferentes formas. Puede tener la tendencia a considerar al otro bajo la propia protección, asumiendo la responsabilidad de la situación que vive él. Esta tendencia puede llegar incluso a la pretensión de querer salvar a la persona ayudada. El paternalismo implica un acercamiento al ayudado, pero no confía en él, sino que se siente responsable de realizar la salvación del otro. Ambos demuestran una atención sobre todo "a lo que yo quería que tú fueras". En el ejemplo citado, cabrían las siguientes respuestas: "Veo que estás viviendo un momento difícil. Confía en mí y verás que te haré salir de este túnel"; o bien: "Venga, no es para bajonearte tanto. Conozco mucha gente que viven situaciones difíciles como la tuya y han conseguido siempre liberarse de sus angustias..."

Estilo empático-participativo: El agente de salud se centra en la persona y sus intervenciones se inspiran en la actitud facilitadora. Atento a la experiencia del interlocutor, se interesa de que éste tome conciencia profundizando así el conocimiento de sí mismo. A la frase "Me parece que la vida no tiene sentido..." se podría responder: "El momento que estás viviendo es tan difícil que te preguntas incluso si vale la pena seguir viviendo en esta situación", o bien: "Te resulta difícil afrontar la vida cuando todo parece tan oscuro".

En nuestra sociedad claramente eficientista, se privilegia un estilo de intervención que obtenga resultados inmediatos. Donde reina una cultura que favorece la indiferencia, se comprende que se prefieran modelos de respuesta que no comprometan afectivamente.

De entre los diferentes modos de responder, surge una cuestión: ¿hay que privilegiar un determinado estilo? En realidad, todos los estilos pueden tener su lugar en la relación médico-paciente, o como se ha conceptualizado en estos apuntes, en la relación de ayuda en medicina, sabiéndolos usar con flexible selectividad y teniendo en cuenta los distintos elementos de la situación concreta. La perspectiva humanista, que sustenta este modelo, plantea que el estilo empático - participativo constituiría la actitud profesional y de servicio que representaría en mejor forma la esencia del rol del médico.

De esta actitud de base, expresada mediante respuestas empáticas, podrían surgir también intervenciones de tipo directivo, cuando las circunstancias lo exijan. Por ej., esto puede suceder cuando las personas se muestran muy débiles y vulnerables, en los momentos de confrontación, en situaciones de crisis o en emergencias médicas. La tendencia empático - participativa puede impedir entonces que:

  • la respuesta de valoración se transforme en una actitud moralizante
  • la respuesta interpretativa en incomprensión
  • la respuesta de apoyo en minimización de la experiencia de enfermedad
  • la respuesta de investigación en un interrogatorio persecutorio
  • la respuesta de solución inmediata en intervención mágica.

La importancia de saber usar con flexible creatividad los diferentes estilos de relación ayuda en medicina se verifica, sobre todo, cuando la ayuda es ofrecida mediante contactos breves y casuales en los que no le es posible al médico llevar al paciente a comprender que sus deseos inmediatos pueden no coincidir necesariamente con sus necesidades prioritarias.