por Mario Brown Arnold

La linfadenopatía es un aumento anormal de tamaño o alteración de la consistencia de uno o más ganglios linfáticos. Su presencia debe considerarse manifestación de una enfermedad regional o bien parte de una enfermedad sistémica.

Con frecuencia se comprueba infiltración masiva por una neoplasia en ganglios linfáticos escasamente aumentados de tamaño, como suele suceder en las metástasis axilares del cáncer de mama, o como contraste, grandes adenomegalias en enfermedades benignas, virales, como en la mononucleosis infecciosa.

Las adenopatías son un elemento importante para el diagnóstico.

Anatomía y fisiología

Se hallan ubicados en el trayecto de los vasos linfáticos y en su gran mayoría siguen a los grandes vasos arteriales (aorta y ramas principales) y se los encuentra en cavidades naturales como los huecos axilares y el mediastino y en la entrada de hilios viscerales (pulmones, hígado, bazo).

No todos los grupos ganglionares son accesibles al examen físico, como es el caso de los ganglios mediastinales y de los paraaórticos abdominales. Si bien grandes adenopatías abdominales pueden palparse en ocasiones, con frecuencia se ponen de manifiesto a través de síntomas y signos determinados por compresión de estructuras vecinas, como la vena cava superior y los bronquios fuente en el caso del mediastino, y los vasos linfáticos y las asas intestinales en el de las adenopatías paraaórticas.

Grupos ganglionares de mayor importancia semiológica

  1. Ganglios periféricos
    1. Cervicales: reciben linfa proveniente de órganos cefálicos (cuero cabelludo, piel de la cara, órbita, nariz, oído, boca).
    2. Supraclaviculares: recogen linfa de la región mamaria y de regiones viscerales abdominopelvianas por el conducto torácico.
    3. Axilares: linfa procedente de la mayor parte de la región mamaria y los miembros superiores.
  2. Ganglios profundos
    1. Mediastínicos: linfa proveniente del pulmón y de los bronquios.
    2. Paraaórticos: son los grandes tributarios del drenaje linfático de las vísceras abdominales y pelvianas.
    3. Inguinales (superficiales y profundos): linfa de los miembros inferiores y los genitales externos.

Un corte que pase por el hilio de un ganglio linfático permitirá observar tres zonas histológicamente bien definidas: la cápsula, la zona cortical y la zona medular.

a) la cápsula, compuesta por tejido conectivo, escaso en células propias y rico en fibras colágenas, envuelve completamente al órgano, penetra en él por el hilio y envía tabiques fibrosos hacia el interior del ganglio. En el trayecto desde la periferia al interior estos tabiques van dividiendo al ganglio en múltiples lóculos incompletos y comunicados entre sí;

b) por debajo de la cápsula se halla la zona cortical. Consta de un área de tejido linfático laxo que rodea a todo el ganglio (seno subcapsular) y a continuación formaciones de aspecto nodular ricas en pequeños linfocitos en la periferia y con abundancia de grandes linfocitos en la zona interna. Estos nódulos son los folículos linfáticos, rodeados casi completamente por una prolongación del seno subcapsular llamado seno perifolicular;

c) la zona medular comprende los cordones medulares, los cuales se originan desde los folículos linfáticos y se anastomosan entre sí para conformar un retículo entre cuyas mallas transcurren los senos linfáticos medulares, sitio por donde circula la linfa. Esta llega por los vasos aferentes, se vuelca en el seno subcapsular, recorre los senos perifoliculares, alcanza los senos medulares y penetra en los vasos eferentes que la transportan fuera del ganglio. En su trayecto intraganglionar nuevos elementos celulares, provenientes de los folículos y cordones medulares, se incorporan a la linfa circulante, mientras que los macrófagos fijos y libres en el tejido linfático depuran dicha linfa de elementos extraños. La existencia de válvulas propicia que esta circulación sólo pueda hacerse en la dirección señalada.
El ganglio linfático cumple fundamentalmente funciones de formación celular (linfocitos, monocitos en parte y plasmocitos) y de defensa, a través de la producción de anticuerpos circulantes (globulinas) y de fagocitosis por medio de células reticulares del estroma propio.

Causas de adenopatías

El mecanismo a través del cual se produce la alteración ganglionar reconoce básicamente dos causas, según predomine la reactividad (hiperplasia) o la infiltración de elementos celulares. A su vez, las adenopatías de origen reactivo comprenden causas infecciosas y causas no infecciosas, como enfermedades del colágeno, sarcoidosis y drogas.
Las enfermedades neoplásicas son las causas principales de adenopatías por infiltración, si bien otras afecciones no neoplásicas –como las enfermedades sistémicas de los mastocitos y la enfermedad de Gaucher- comparten la característica de infiltrar los ganglios linfáticos con células que son patológicas pero no malignas por su comportamiento biológico.
Interrogatorio. Como motivo de consulta, solas o asociadas a otros síntomas como fiebre, dolor, anorexia.

Causas de linfadenopatías

  1. Reactivas
    1. Infecciosas:
      Bacterianas (tuberculosis, sífilis, infecciones por gérmenes grampositivos y gramnegativos)
      Virales (mononucleosis, SIDA y síndromes relacionados, herpes zóster, adenovirus)
      Micóticas (histoplasmosis, coccidioidomicosis)
      Parasitarias (toxoplasmosis)
    2. No infecciosas
      Sarcoidosis
      Enfermedades del colágeno (lupus, artritis reumatoidea)
      Por drogas (difenilhidantoína, sales de oro)
  2. Infiltrativas
    1. No neoplásicas:
      Histiocitosis
      Enfermedad sistémica de los mastocitos
    2. Neoplásicas:
      Leucemia linfática aguda y crónica
      Enfermedad de Hodgkin
      Linfomas
      Tumores metastásicos

Dolor. Es muy frecuente en las adenitis de origen bacteriano o viral, sobre todo en anginas, flemones dentarios, otitis, forúnculos de piel, rubéola, pero también se produce como consecuencia de compresión de plexos nerviosos o estructuras viscerales por masas de adenopatías tumorales neoplásicas, como suele verse en linfomas o carcinomas avanzados. Es corriente que haya dolor articular en enfermedades del colágeno como el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoidea, afecciones que pueden presentar, concomitantemente, múltiples adenopatías.

Fiebre. Muchas enfermedades que causan adenopatías cursan también con fiebre, es un dato que carece de especificidad. Una fiebre vespertina que oscila entre 37,5º C y 38,5 ºC de más de veinticinco días de duración y que se presenta diariamente, puede ser manifestación de una enfermedad de Hodgkin o de otro linfoma. Los cuadros de fiebre prolongada con frecuencia acompañan al lupus eritematoso sistémico y también a la tuberculosis. La mayoría de las infecciones de vías respiratorias altas que son causa de adenopatías pueden provocar fiebre que en general es de comienzo agudo, en picos que pueden superar fácilmente los 39ºC, y de corta evolución (de horas a pocos días).

Decaimiento. Acompaña a enfermedades neoplásicas como linfomas, carcinomas y leucemias; suele ser referida como de larga data (semanas a meses) y a veces precediendo al desarrollo manifiesto de la enfermedad.
Entre las enfermedades infecciosas la tuberculosis cursa con marcado decaimiento, y casi siempre con anorexia y pérdida de peso. El lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoidea presentan este síntoma como uno de los más habituales y persistentes a lo largo de su evolución. Un retrovirus llamado HIV (virus de inmunodeficiencia humana), virus que ataca los linfocitos humanos T, se acepta como responsable del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y de sus estados precursores. Estos últimos se denominan complejo relacionado con el SIDA y presentan como característica un síndrome de marcado decaimiento, fiebre, adenopatías y pérdida de peso de causa inexplicada que puede persistir durante meses o más tiempo.

Disnea. La compresión de la vía respiratoria baja por adenopatías cervicales o mediastinales, casi siempre debidas a neoplasias (tiroides, carcinoma de pulmón, linfomas), es causa muy frecuente de disnea. Si existe compresión de la tráquea cervical puede haber estridor similar al del "falso crup").
Cuando se encuentra comprimida la vena cava superior, la disnea puede asociarse a "edema en esclavina", es decir, a cianosis localizada en cara, cuello y regiones altas del tórax, circulación colateral e ingurgitación venosa (síndrome de la vena cava superior).
En raras ocasiones la disnea es de causa parenquimatosa pulmonar, como ocurre en la sarcoidosis. Ciertos tipos de cáncer de pulmón, variedad bronquiolo-alveolar, son bilaterales, y pueden presentar adenopatías mediastinales y disnea severa.

Prurito. Suele verse en la enfermedad de Hodgkin con manifestaciones sistémicas. En este caso también podrán detectarse fiebre, pérdida de peso y sudores nocturnos. Las enfermedades exantemáticas, como la rubéola pueden acompañarse de prurito, aunque raramente es intenso en tales casos.

Antecedentes del paciente. Interesa conocer si hay o hubo contacto cercano y frecuente con enfermos de tuberculosis, antecedentes de enfermedades venéreas (sífilis, contacto con prostitutas o relaciones homosexuales promiscuas) dada la posibilidad, en esta circunstancias, de la transmisión del retrovirus causante del SIDA. Sin embargo, debe recordarse que los hemofílicos y drogadictos también se ven amenazados por esta enfermedad.
La tenencia de gatos es un dato importante puesto que estos animales transmiten la toxoplasmosis, enfermedad parasitaria.
La medicación que se ingiere también puede desempeñar un papel. Un agente conocido como productor de hiperplasia ganglionar, y por ende de adenopatías, es la difenilhidantoína, usada como anticonvulsivante; las sales de oro pueden, asimismo producir adenomegalia.
El sexo y la edad están ligados a distintas enfermedades. La artritis reumatoidea y el lupus eritematoso sistémico predominan en mujeres jóvenes en relación con el sexo opuesto. La leucemia linfoblástica aguda es una enfermedad que prevalece en niños y adolescentes, mientras que la leucemia linfática crónica es netamente de adultos en edad avanzada y ancianos. La enfermedad de Hodgkin, a su vez, tiene dos picos de incidencia, uno situado en la adolescencia (15-20 años) y otro entre los 45 y 60 años.

Examen Físico

Adenopatías cervicales y supraclaviculares. Entre las causas habituales se encuentran las enfermedades infecciosas agudas, bacterianas o virales. Estos agentes producen anginas, flemones amigdalinos, sinusitis, resfríos, otitis e infecciones dentarias. Las adenopatías son con frecuencia dolorosas, móviles y de tamaño variable. En casos extremos pueden llegar a supurar y producir una fístula externa (cutánea). Remiten con la curación definitiva del foco séptico aunque en ocasiones puede persistir, como secuela algún ganglio indurado y aumentado de tamaño.
En el adulto, la aparición progresiva y asintomática de adenopatías cervicales duras, indoloras y fijas debe hacer sospechar la posible existencia de un carcinoma de orofaringe o de laringe.
La enfermedad de Hodgkin en sus estadios localizados suele presentarse, ya sea en el adolescente o en el adulto, con adenopatías cervicales uni o bilaterales.
Grandes adenopatías cervicales acompañadas de amigdalitis críptica se observan en la mononucleosis infecciosa, afección viral que puede manifestarse por adenopatías sistémicas y esplenomegalia. La enfermedad se resuelve al cabo de dos a cuatro semanas con remisión de las adenopatías.
Otras enfermedades sistémicas que provocan adenopatías cervicales como parte de un compromiso ganglionar generalizado son la leucemia linfoblástica aguda, la leucemia mieloide crónica y la leucemia linfática crónica, así como ciertos linfomas de tipo no Hodgkin.
En mujeres adultas la detección de adenopatías supraclaviculares puede inducir al examen de las regiones axilares y mamarias en busca de nódulos que pueden orientar hacia un carcinoma de mama. La existencia de adenopatías cervicales puede indicar metástasis de un carcinoma tiroideo, así como un ganglio retroclavicular izquierdo duro puede corresponder a una metástasis de carcinoma gástrico.

Adenopatías de hilios pulmonares y mediastino. No son detectables en el examen físico salvo que por su tamaño o ubicación provoquen síntomas o signos por comprensión o invasión de órganos vecinos, como tos, disnea, ingurgitación yugular o edema en esclavina. La radiología cumple en estos casos el rol diagnóstico necesario .
El hallazgo radiológico de adenopatías en ambos hilios pulmonares, en un paciente asintomático, debe hacer sospechar una sarcoidosis, enfermedad sistémica poco frecuente pero con manifestaciones pulmonares en alrededor del 90% de los individuos afectados.
En el caso de adenopatías mediastinales múltiples, como suelen producir los linfomas, el carcinoma de pulmón, de testículo y otros carcinomas el mediastino se observa ensanchado y de aspecto polilobulado por la presencia de numerosos ganglios patológicos.
Las adenopatías hiliares unilaterales suelen ser secuelas de una tuberculosis de primoinfección.

Adenopatías axilares. Cuando son unilaterales y duras, o aun de consistencia elástica, y se presentan en una mujer joven o adulta de cualquier edad, es necesario examinar las mamas buscando tumores. El hecho de no hallar nódulos sospechosos en una o en ambas mamas no descarta la posibilidad de un cáncer mamario, ya que una de las formas clínicas de comienzo es a través de metástasis ganglionares en la axila, sin tumor palpable.
Los panadizos, forúnculos e hidrosadenitis axilares, y procesos infecciosos de los miembros superiores, son otras causas de adenopatías en la axila y en estos casos existen las manifestaciones correspondientes al proceso inflamatorio tanto a nivel local como en los ganglios axilares.
Las enfermedades sistémicas presentan adenopatías múltiples, entre las cuales pueden detectarse ganglios axilares bilaterales.

Adenopatías inguinales (superficiales y profundas). Es muy común encontrar pequeñas adenopatías uni o bilaterales, ya sea en niños o en adultos, dado que múltiples factores como la práctica de deportes, traumatismos, micosis de las uñas y los pies, entre otros pueden producir adenopatías que por lo general se descubren accidentalmente ya que no suelen ser dolorosas. En estos casos debe jerarquizarse el tamaño y la presencia o no de síntomas y signos asociados.
El cáncer de pene en el hombre y el carcinoma de vulva en la mujer deben tenerse presentes si se detectan adenopatías duras, indoloras, poco móviles y bilaterales.
Los linfomas cursan a menudo con adenopatías inguinales que generalmente son parte de adenopatías sistémicas, ya que la presentación como estadio localizado en el abdomen es de baja incidencia.

Adenopatías generalizadas. Son consideradas, como expresión de una enfermedad sistémica. Las causas de adenopatías múltiples son numerosas e incluyen desde enfermedades como la sífilis hasta el SIDA y su complejo sintomático relacionado. Este último se caracteriza por presentarse mayoritariamente en homosexuales promiscuos, evolucionar a lo largo de meses o años, y en numerosos casos progresar al síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Adenopatías múltiples indoloras y blandas, fiebre sin foco aparente, pérdida de peso y diarrea son los signos descollantes de esta enfermedad.
La sífilis se manifiesta con adenopatías generalizadas durante el período secundario. Los ganglios no son dolorosos, su tamaño es pequeño y pueden ser desplazados sobre los planos profundos. Son características aquí las lesiones mucocutáneas extensas.
La toxoplasmosis puede cursar en el adulto con adenopatías y síndrome febril prolongado. Los ganglios suelen ser grandes, de consistencia dura, no dolorosos, y habitualmente están afectados los grupos cervicales.
Otra afección parasitaria es el mal de Chagas. En la forma aguda los síntomas y signos locales causados por la picadura de la vinchuca se acompañan de fiebre, adenopatías de pequeño tamaño, hepatoesplenomegalia discreta y a veces edemas periféricos.
El lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoidea presentan adenopatías generalizadas pero siempre en el marco de otros síntomas y signos más destacables, como fiebre prolongada, marcada astenia, y artralgias en el lupus y la infaltable artritis de grandes articulaciones, bilateral y simétrica en la artritis reumatoidea.
Las enfermedades malignas del sistema linfático se encuentran entre las causas más frecuentes de adenopatías sistémicas.
En el niño y en el joven adolescente la leucemia linfoblástica aguda, los linfomas y la enfermedad de Hodgkin suelen presentarse con síntomas y signos similares, de modo tal que el diagnóstico diferencial se logrará a través de un examen biópsico, ya sea de un ganglio linfático o de médula ósea.
El adulto se caracteriza por una baja incidencia de leucemia linfoblástica aguda, comparada con la del niño y el adolescente. En los mayores de sesenta años se observa una incidencia –creciente con la edad- de leucemia linfática crónica y linfomas de Hodgkin.
La leucemia linfática crónica es una patología de evolución lenta con un período asintomático variable, que en la clínica se manifiesta por adenomegalias múltiples, por lo general grandes y duras.
Ciertas drogas como la difenilhidantoína, usada como anticonvulsante, pueden producir un síndrome de adenopatías generalizadas similar al de un linfoma. Histológicamente sólo se observa hiperplasia ganglionar sin evidencias de malignidad a nivel de folículos y retículo linfáticos.
En niños menores de tres años, un síndrome de poliadenopatías, hepatoesplenomegalia, febrícula y eritema maculopapular puede deberse a una histiocitosis maligna, enfermedad infiltrativa no neoplásica, de muy baja incidencia, pero que puede manifestar un curso agresivo. Histológicamente las lesiones son granulomas formados por acúmulos de histiocitosis y eosinófilos.
Hallazgos similares se presentan en la enfermedad sistémica de los mastocitos. Este trastorno afecta a adultos varones y es poco común. Actualmete se acepta que tanto la histiocitosis maligna como la enfermedad de los mastocitos se hallan estrechamente relacionadas.
Son causas de adenopatías que frecuentemente requieren biopsia para su diagnóstico algunas enfermedades sistémicas raras.
- Enfermedad de Castleman. Hiperplasia angiofolicular de ganglios linfáticos, caracterizada por linfadenopatías masivas, fiebre, hepatoesplanomegalia, hipergamaglobulinemia policlonal y raramente amiloidosis. Esta enfermedad cuando multicéntrica puede ser fatal si no se trata con quimioterapia.
- Enfermedad de Kikuchi. Enfermedad rara de causa desconocida y curso benigno, más común en mujeres jóvenes. Presenta adenopatías cervicales (aunque pueden ser generalizadas) y fiebre. La histopatología de los nódulos linfáticos puede confundirse con linfoma.
- Enfermedad de Kawasaki. Causa más común de vasculitis en niños. El síndrome consiste en fiebre, adenopatías cervicales, conjuntivitis, mucositis, rash cutáneo y aneurismas de las arterias coronarias.
- Transformación progresiva de centros germinales (PTGS). Suele presentarse como adenopatías persistentes o recurrentes, asintomáticas e inexplicadas.

Metodología de diagnóstico

Laboratorio

La velocidad de eritrosedimentación globular (ES) está elevada en enfermedades como linfomas y leucemias, aunque no puede establecerse un límite en estos casos. El lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoidea suelen cursar con ES de 100 mm o más en la primera hora. El tratamiento, cuando es exitoso, produce un descenso de los valores de la ES.
Las infecciones, ya sean localizadas o sistémicas, son capaces de elevar la eritrosedimentación, así como toda enfermedad que produzca una disproteinemia.
El hemograma; en el caso de los glóbulos blancos el aumento numérico puede deberse a focos infecciosos e infecciones sistémicas, pero también a leucemias agudas y crónicas y a veces linfomas. Las grandes leucocitosis, con cifras mayores de 30.000, y aún de más de 50.000 glóbulos blancos, son compatibles con leucemias. Puede observarse disminución en la cifra de glóbulos blancos como expresión de citotoxicidad medular por drogas antineoplásicas. Las bacterias, sobre todo el estafilococo dorado y los gérmenes gramnegativos, pueden producir mielotoxicidad por medio de sus toxinas circulantes. La mononucleosis infecciosa cursa con una discreta leucocitosis inicial, para luego presentar leucopenia. El examen de la serie roja permite reconocer una anemia en cualquiera de sus variantes sobre la base de la descripción morfológica de los eritrocitos y sospechar la causa probable. En enfermedades crónicas, ya sean infecciosas o neoplásicas, es frecuente encontrarse con una anemia morfológicamente normocítica y normocrómica debida a la dificultad en la captación del hierro por parte de la médula ósea.
En cuanto a la serie plaquetaria, puede verse disminuida en casos de enfermedades proliferativas como leucemias por el desplazamiento que ocasiona sobre ella. La trombocitopenia periférica también puede expresar la acción de drogas mielosupresoras.
El extendido de sangre periférica es un método de diagnóstico habitual para la detección de células malignas, tal como ocurre en la mayoría de las leucemias y en ciertos casos de linfoma no Hodgkin en sus fases terminales.
El examen de la orina y del sedimento urinario reflejan anomalías en el funcionamiento renal. La densidad urinaria puede ser baja (1,010 o menos) si existe insuficiencia renal por invasión linfomatosa o nefritis lúpica. En este último caso también se aprecia una proteinuria variable y en el sedimento pueden observarse hematíes y cilindros granulosos. Las infecciones en general, cuando son sistémicas, pueden favorecer la aparición de proteinuria y de hematíes en el sedimento urinario.
El factor antinúcleo (F.A.N.) es una reacción de aglutinación de anticuerpos inmunofluorescentes que da resultados fuertemente positivos en cerca del 45 % de los pacientes con lupus eritematoso sistémico. El test del látex, cuando es francamente positivo, sugiere la posibilidad de una artritis reumatoidea, sobre todo en presencia de síntomas y signos compatibles.
La reacción de VDRL identifica pacientes enfermos con sífilis activa. La prueba para determinar anticuerpos antitreponema por inmunofluorescencia (FTA) valora el estado de inmunidad hacia el Treponema pallidum y es útil para el diagnóstico de sífilis en personas asintomáticas y sin antecedentes reconocidos.
La prueba de Sabin y Feldman se utiliza para el diagnóstico de toxoplasmosis. La reacción de anticuerpos fluorescentes indirecta (IFA), cuando es positiva en una dilución de 1024 o mayor, indica una toxoplasmosis aguda. El monotest y la reacción de Paul Bunnell Davidson son positivos en casos de mononucleosis infecciosa.
El examen de proteínas séricas por electroforesis permite valorar, el estado nutricional del paciente, y el estado de los anticuerpos circulantes mediante la cifra de gamma globulinas. Estas últimas pueden elevarse merced al incremento de una o más de sus fracciones, como puede suceder en linfomas, carcinomas, lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoidea y varias otras enfermedades sistémicas. Otras fracciones, como las alfa-2-globulinas, pueden verse incrementadas en el curso de infecciones, sobre todo en aquellas no focalizadas.

Diagnóstico por imágenes

Radiología. La telerradiografía continúa empleándose como el procedimiento inicial para la evaluación del tórax, y permite detectar agrandamientos del mediastino, adenopatías hiliares e imágenes parenquimatosas de tipo condensante o nodular como pueden verse en casos de infecciones pulmonares y de tumores, ya sean primitivos o metastásicos.

Tomografía lineal. Actualmente en desuso en la clínica diaria. Sigue utilizándose para evaluación de las arcadas dentarias. En su uso más frecuente de antaño respecto a la evaluación de imágenes pulmonares ha sido completamente reemplazada por la Tomografía axial computada de tórax.

Centellograma en cámara gamma. Permite una correcta visualización del esqueleto a través del depósito de un radioisótopo que actúa como trazador. Cuando dicho isótopo se deposita en cantidades crecientes en un sitio determinado genera un aumento en la captación que a menudo es la expresión de un proceso patológico. Se trata de un método útil para detectar lesiones destructivas a nivel óseo, como sucede en neoplasias; no obstante, enfermedades estrictamente inflamatorias, como la artritis reumatoidea, pueden producir imágenes imposibles de diferenciar de las de una lesión neoplásica, aunque similares dudas pueden plantearse con las radiografías comunes. La centellografía también puede usarse en el cerebro, el hígado, el bazo y el riñón, pero en estos órganos proporciona menos información que la tomografía axial computada y la ultrasonografía.

Ecografía. Tiene su máxima aplicación en el estudio de las cavidades cardíacas, el abdomen y la pelvis. Es útil para visualizar cabeza de páncreas, hígado, vesícula, órganos ginecológicos y tiroides.

Tomografía axial computada (TAC). En el tórax presenta ventajas sobre la radiología convencional en cuanto a percepción de imágenes parenquimatosas profundas y pequeñas. Muestra bien los ganglios de la ventana aórtica y de otras áreas mediastinales, que son inescrutables con las radiografías planas. A nivel del abdomen y la pelvis permite discriminar masas tumorales de ubicación retroperitoneal, como adenopatías lateroaórticas, tumores renales y metástasis hepáticas; además, mediante la utilización de un medio de contraste intravenoso posibilita el examen funcional de ambas vías urinarias.

Resonancia Magnética Nuclear. Es una metodología por imágenes muy útil, aún superior a la tomografía axial computada para detectar lesiones en sistema nervioso central pudiendo diferenciar entre áreas de hemorragia y masa tumoral, tiene también buena definición para el edema cerebral y puede poner de manifiesto invasión tumoral de las meninges. En el caso de adenopatías no parece aportar ventajas sobre la información proporcionada por la tomografía axial computada.

Biopsia

En lo que atañe a una adenopatía es preferible que el material sea obtenido por exéresis de un ganglio antes que por punción y aspiración, ya que en el primer caso el examen de la pieza completa permite disponer de más cantidad de tejido para estudiar, tomar conocimiento del estado de la arquitectura ganglionar, y obviar el riesgo de caer en áreas ganglionares que eventualmente no contengan patología o que no sean claramente representativas de ella, como puede suceder cuando se realiza una punción aspirativa con aguja.
La biopsia de ganglios linfáticos se requiere como elemento esencial para el diagnóstico de la enfermedad de Hodgkin y los linfomas y necesita su complemento por técnicas de inmuno histoquímica ya que de este modo se puede diferenciar poblaciones celulares en base a sus antígenos dominantes (CD5+, CD20+,CD33+, etc). Esto hoy día constituye la base necesaria para el diagnóstico y en consecuencia para la correcta elección del tratamiento.
Otras veces la biopsia ganglionar, si bien define a una neoplasia, no permite tipificarla por tratarse de una metástasis, y en tal sentido el caso típico es cualquier carcinoma que invada un ganglio linfático.
En pacientes con toxoplasmosis los parásitos intracelulares pueden ser observados en el ganglio linfático extraído con la preparación histoquímica correspondiente.

Bibliografía

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